Si hay algo que a esta altura no se puede poner en duda es que Cris Morena conoce su negocio. Que algunos productos le puedan salir mejor y rendir más y otros peor y rendir menos, son avatares propios del impredecible show business. Por eso siempre, ante un nuevo producto de su factoría —y después de superar la inevitable primera impresión— es relativamente sencillo empezar a reconocer las grandes y clásicas líneas del género que a esta altura ya merecería llevar su nombre. Casi ángeles (a las 18 por Telefé) no es la excepción. Y no tendría por qué serlo. Armada como un combo integral (TV, disco, teatro, giras, merchandising), Casi ángeles, transita caminos conocidos, temática y conceptualmente. Una pareja protagónica "simpático-angelical" a más no poder compuesta por Cielo (Emilia Attias), una huérfana (¿les suena?) criada en un circo y Nicolás (Nicolás Vázquez), un tan improbable arqueólogo como sosías de Indiana Jones, que tiene un hijo pequeño, y es el prometido de Malvina, una insufrible tilinga hermana del malo de la película, el riquísimo Bartolomé (Alejo García Pinto). Cuando se trata de los "malos", se sabe que Cris Morena no se anda con chiquititas. Y aquí son de lo peor. Para muestra bastará señalar que, junto a su ama de llaves, una perversísima Julia Calvo, regentean un grupo de encantadores chicos de la calle (que no se parecen en nada a los reales), a los que alojan en su caserón y envían a robar. Además de maltratarlos horriblemente, claro. Una cadena de peripecias llevó a que Cielo y Nicolás se conocieran, fortuitamente, detrás de sus máscaras en una fiesta de disfraces y que quedaran absolutamente prendados el uno del otro. Con esa situación, mágica, inexorable, mezcla de mil cuentos infantiles y con el sello del destino se cerró el capítulo de presentación de Casi ángeles (que ganó su franja horaria con 13, 7 puntos de rating). Los elementos de la historia son los de siempre (huérfanos buenos, ricos malísimos, diferencias sociales, sueños, fantasías, aventuras, clips musicales), la producción es la de siempre (generosa, brillante, impactante), la elección de los protagonistas es impecable y la narración, a golpes de efecto, como siempre, no da respiro.